Hoy te quiero contar sobre un caso muy significativo para mí, tanto a nivel profesional como a nivel personal.
En Agosto del 2023 recibo el contacto de Mario. En nuestra reunión me contó que Mostaza, su perro de 4 años mestizo de Akita, siempre fue un poco "mal humorado", pero que se acentuó al punto de empezar a agredir a su familia a partir del fallecimiento de su esposa.
Lo primero que tengo que hacer cuando recibo un caso de esta magnitud es un análisis de riesgos y previsibilidad, para evitar que el perro siga lastimando a su familia. Durante este análisis recopilé mucha información que sería clave para el plan de trabajo:
1- El perro no da señales previas a la agresión.
Esto hace muy dificil la prevención y la anticipación para el trabajo que debe realizar la familia.
2- El perro no tiene capacidad de autocontrol.
Cuando muerde, sigue "enroscado" y cuesta que suelte. Esto lo vuelve más peligroso, por lo cual el plan debe ser extremadamente cuidadoso.
Pero esperá... Antes de seguir te tengo que contar otra cosa clave:
A Mario ya lo había mordido al momento de contactarme, por lo menos, tres veces. Una de las heridas fue grave.
El día de la entrevista, que siempre es virtual porque es donde recopilo toda la información que necesito, el perro estaba afuera, en el terreno, y se colgaba de la ventana para ver y ladrarle a su familia. Mario, con desesperación en su voz, me dijo "Anto estamos presos en nuestra casa, no puedo salir porque Mostaza está loco".
Lo primero que hice fue comunicarme con veterinarios de la zona para que nos den algo que sede al perro y poder salir a, por lo menos, ponerle un collar. Y eso fue lo que hicieron. Mario pudo distraerlo y salir a buscar el medicamento. Se lo dió metiendo las pastillas en carne picada a través de una ventana. Al ratito Mostaza estaba acostado, en Narnia. Recién en ese momento pudimos ponerle un collar y una soga larga para que se pueda mover cuando se levante, pero sin llegar a la zona de tránsito de la casa.
Acá viene lo más sensible para mí, lo que tocó una fibra personal:
Mario es un hombre grande, jubilado retirado. Ahora no recuerdo si tenía problemas en la rodilla o en la cadera (Mario, si estás leyendo esto, no te quiero hacer quedar como un viejo choto jajaja, pero de verdad tuve miedo de que no hagas el tratamiento y termines siendo comidita para Mostaza, jajaja. Te quiero mucho). Además de todo esto, vive con un perro que está dispuesto a agredirlo por cualquier pelotudes.
Por dentro pensaba ¿como voy a hacer para que Mario entrene al perro todos los días?, él también está pasando un duelo tremendo... bueno, ya se deben dar una idea del caso. Yo pensaba más en cómo ayudar a Mario que al perro.
Les conté, con toda la firmeza que pude, cómo sería el tratamiento, los cuidados que debíamos tener, cómo debíamos abordar el caso ambientalmente y que claro, no sería algo que íbamos a resolver en 10 días.
Después de su charla familiar me contaron que habían tomado la decisión de empezar el tratamiento de Mostaza, con todo lo que eso significa: Guita, tiempo, frustración, etc.
Lucas, uno de los hijos de Mario, vive a muchos kilómetros de la casa familiar y se hizo cargo de gran parte del tratamiento. Porque claro, además de Mostaza, también había que adiestrar un poco a Mario jajaja. Así que el papel de Lucas fue clave en todo este trabajo. Lucas era el intermediario para recomponer la relación entre Mario y Mostaza, entre Mostaza y la vida misma.
En pocos meses empezamos a notar que Mostaza ya no se mostraba tan amenazante con su familia, se lo veía más receptivo y menos agresivo. Acá te comparto el gráfico de su evolución:

A diferencia de las escuelas que andan matando perros con técnicas violentas y obsoletas, la familia de Mostaza y yo JAMÁS usamos ni collar de ahorque, ni collar eléctrico, ni ejercimos técnicas de adiestramiento del siglo pasado, como por ejemplo ponernos encima del perro para mostrarle quien manda. Si conoces un adiestrador que hace eso, es porque es un pelotudo o porque jamás estudió.
El tratamiento de Momito (como le decimos cariñosamente, como si habláramos de un perrito tierno jajaja) se basó en respetarlo y en demostrarle que no somos una amenaza para él, que en su familia puede encontrar la contención que él necesita.
¿Cómo está Mostaza hoy? Hermoso. No solo no muerde a su familia, sino que juega y convive muy bien con ellos. A mi, personalmente, todavía me quiere despellejar como a un conejo, pero con que no se morfe a Mario, me conformo jajaja.
Este posteo lo hice, principalmente para generar conciencia. Considero que este testimonio es como mostrar "la otra cara" para abordar casos graves de agresividad canina. Es la otra cara de escuelas llenas de likes y comentarios, pero te matan a un perro a los 7 minutos de una sesión por agresión intrafamiliar.
En segundo lugar lo hice porque amo escribir y relatar experiencias, y esta fue una TAN importante en mi vida que quise compartirla en este espacio que tanto me gusta.
Les dejo el testimonio de Lucas, el hijo de Mario.